En el servicio social de la carrera de medicina me enamoré de la pediatría, sobre todo de la que se ejerce en las comunidades rurales, donde los niños te regalan enormes sonrisas y te visitan como si fueras rockstar. Por otro lado, el mundo de los “bichos” microscópicos siempre me ha parecido fascinante, y poder combinar ambas cosas como infectóloga pediatra es una súper oportunidad de disfrutar mientras ayudo a los niños. Soy mamá de un hermoso torbellino de 5 años y conjuntar esto con ser Infectóloga pediatra ha sido todo un reto, pero me ha ayudado a entender a los niños y a escuchar a los papás, desde una perspectiva diferente. Me apasiona viajar, conocer nuevas culturas y probar todo tipo de postres.